Por el miedo a equivocarnos.
lunes, 7 de febrero de 2011
Los celos conservan el amor, del mismo modo que las cenizas guardan el fuego.
Tus labios pedían permiso a los míos para poder ser besados, ahí en un lugar donde no había nadie, sólo tu y yo. Tus manos buscaban las mías y recorrías mi cuerpo con tus caricias, tu boca sobre mi cuello erizandome hasta el último pelo de mi cuerpo, después nuestras manos volvían a encontrarse y así pasaron horas, jugando a ese juego. Siempre vas a ser mío, del mismo modo que siempre seré tuya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Entrada más reciente
Entrada antigua
Inicio
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario